Denuncian que el 36% del suelo argentino sufre de erosión

Un estudio del INTA y un centro de estudios determinó un avance de los procesos erosivos en el último cuarto de siglo.

En el último cuarto de siglo, los procesos de erosión hídrica y eólica avanzaron hasta ocupar un 36 % del territorio nacional, unas 100 millones de hectáreas, distribuidas en áreas agrícolas de la región húmeda y subhúmeda y también en la zona semiárida y árida con bosques nativos y pastizales.

El dato surge del Manual de buenas prácticas de manejo y conservación del suelo y del agua en áreas de secano, presentado recientemente por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (Prosa) de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic) y cobra mayor relevancia si se lo pone en contexto, ya que solo un 11 % de la superficie del planeta corresponde a suelos con potencial agrícola y la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) plantea que en los próximos 20 años, más del 80 % de la expansión de la superficie cultivada se producirá en América Latina y el África subsahariano.

Roberto Casas, especialista en suelos, habla sobre el estudio que determinó el avance de los procesos de erosión en el país: “Estamos perdiendo no solo aquellos suelos que son la base de la producción agropecuaria del país, sino también descuidamos los servicios ecosistémicos que nos prestan.”

El riesgo de que un incremento de la agricultura genere mayor erosión o degradación de suelos es real porque la adopción de tecnología moderna, sumado al desarrollo de nuevas formas de producción, aceleraron los procesos.

La transición de un sistema de agricultura con labranza convencional a uno con siembra directa permitió la mejora considerable de los rendimientos y de los niveles de materia orgánica del suelo, sin embargo, en los últimos años se ha producido una simplificación extrema de los sistemas productivos pampeanos y extrapampeanos, con un paulatino reemplazo de las rotaciones tradicionales por el monocultivo, una tendencia que tuvo un impacto desfavorable sobre las funciones del suelo y la sustentabilidad del agroecosistema.

Pero en los últimos años, el esquema cambió hacia uno con mayor participación de gramíneas en una rotación de tres años: trigo-soja, maíz y soja de primera y en este sentido, Casas resaltó el protagonismo que están cobrando los cultivos de cobertura en las rotaciones agrícolas: “Se sumaron 338.200 hectáreas a escala nacional de cultivos que protegen el suelo y brindan servicios ecosistémicos”.

El territorio argentino tiene diversidad de tierras y el problema de la erosión no es solo por las pendientes de los suelos, sino por las lluvias cuyas mayores intensidades y frecuencias marcan la diferencia y pueden hacer que el problema cambie de leve a moderado o severo.

En ese contexto, la fórmula para una producción más sustentable es una agricultura que proteja y aproveche mejor los recursos.

Señaló Casas: “La sistematización de los lotes con terrazas es una estrategia sustentable y está comprobado que reduce hasta un 90 % la erosión. Se estima que la superficie sistematizada con terrazas para control de erosión es de 940.000 hectáreas, mientras que 265.000 están protegidas por sistemas de cultivo en contorno”.

La presión que se ejerce sobre el suelo está llegando a límites críticos y lejos de revertirse, tenderá a agravarse, por esto, 208 referentes y especialistas en conservación del suelo y del agua en las distintas regiones y sistemas productivos del país compilaron un libro las prácticas más importantes para evitar el avance del deterioro.

Fuente: Prensa INTA.