El mate se ceba con recomendaciones

La pandemia exige nuevos cuidados para seguir disfrutando de los más ricos mates.

El mate es uno de los utensilios más importante para disfrutar de un buen mate o tereré. Ante el avance del virus, de conocimiento público, la idea es mantener la higiene de estos utensilios. “Sigamos compartiendo la mateada, pero cada uno con su mate y su bombilla. Cuidarnos es cuidar a lo que más queremos”, recomienda la sommelier Karla Johan.

“La etimología de la palabra mate deriva del vocablo quechua mati, que significa “vaso o recipiente para beber”. Así se define al fruto de la Legendaria vulgaris, nombre científico para esta planta de la familia de las cucurbitáceas, rastrera para algunos, trepadora para otros. Se lo denominó puru en la cultura inca. Los guaraníes, en cambio, le decían caiguá a ese fruto (caá=yerba; i=agua; guá=recipiente).Para la escuela guaraní la palabra mate deriva de la yerba de la mata (de la selva).

Una vez que terminamos de tomar mate, hay que higienizar bien el recipiente, tirar la yerba mate, enjuagarlo bien con agua hirviendo, escurrirlo y dejar secar boca arriba. Si el mate es de vidrio o cerámica, podemos recurrir a utilizar una esponja con un producto de limpieza (detergente).

La bombilla

Es uno de los utensilios más importante para disfrutar de un buen mate o tereré. “Los aborígenes adoptaron diversas formas para disfrutar de las propiedades de la yerba mate. Primero masticaban las hojas frescas, apenas partidas, y extraían así su líquido expulsando luego sus restos. Este fue un método muy utilizado, principalmente por los guaraníes y los charrúas. Más tarde comenzaron a colocar las hojas frescas dentro de recipientes de calabaza, de donde extraían el líquido filtrando las hojas con los dientes, tarea que no resultaba nada difícil después de practicar varias veces. Al descubrir el tallo leñoso y hueco de la caña, la denominaron Temimbitehá o tacuapí, voz que encierra dos significados: tacuá, “caña hueca”, y apí, “cuero cabelludo sin pelo o superficie lijada o lisa”, resumiendo su significado en el de caña hueca alisada.

Para la elaboración de esta bombilla se tomaba la parte media de la tacuara, entre nudo y nudo, denominada canuto. Se buscaban las que poseían dimensiones de cinco milímetros de ancho por veinte milímetros de largo. Se mantenía como base el nudo de la parte inferior para impedir que la yerba subiera por el tubo y se hacían agujeros en el nudo para lograr filtrar la infusión. Estas cañitas fueron rebautizadas por los conquistadores, que castellanizaron su denominación, asociándola a una “bomba” (máquina capaz de subir o desplazar agua). Finalmente se utilizó el diminutivo bombilla, como se conoce hoy en día a todas las variantes.

En Brasil se mantiene la denominación bomba, y en Paraguay mombilla o mombillape. Las bombillas, por más que varíen su estilo, estética y diseño, cumplen la primordial función de llevar la infusión desde el mate a la boca. Uno de los materiales más nobles para fabricarlas es la alpaca. Las más económicas de lata o hierro se denominaron quemadoras, por transmitir el calor. Para solucionar el inconveniente de quemarse los labios debido a la utilización de bombillas de metal, se resolvió aplastar gradualmente el extremo superior de la bombilla, anteriormente cilíndrico, para que adoptara una forma similar a la de una ranura, de manera que el agua llegara en forma de cinta líquida refrigerándola. Esta innovación facilitó también la absorción, ya que los labios adoptaban la forma de la boquilla.

En las bombillas de caña este inconveniente no existe: el extremo que se lleva a la boca mantiene su forma y en algunos casos se hace un corte sesgado para que se adapte mejor en la boca. Es interesante destacar la creencia de la gente respecto de la boquilla recubierta de oro. Se pensaba que frenaba la transmisión de enfermedades y tan arraigada fue esta idea que aún hoy se le practica a las bombillas de lata un baño de cromo, que en lo único que recuerda al oro es el color. Este color se impuso como sinónimo de calidad y prestigio, es por ello que actualmente las bombillas de hierro llevan un baño dorado en su boquilla.

El fuste es la parte cilíndrica que une el filtro con el pico. En las bombillas de caña tacuapí, el fuste es decorado con trenzas de fibras vegetales, cuero o pinturas. En las de metal, principalmente las de alpaca, se practica la técnica de cincelado o grabado. O bien se incrustan objetos de ornamentación. En Brasil se denomina pasador o botao de rosa (botón de rosa) a este decorado.

La yerba, componente fundamental a la hora de un buen mate

En Alma Rural, el almacén del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en la ciudad de Rosario, se ofrece una amplia variedad de yerbas con sello, aroma y sabor de Misiones. 
El local se encuentra del Mercado del Patio (17-18), de martes a domingo de 9 a 17 horas, con la atención y cordialidad de siempre en el marco de un estricto protocolo de higiene y seguridad, que responde a las disposiciones propias del contexto.
Muchas son las opciones a la hora del mate. Yerbas tipo barbacuá como Indio, Isondú y Picada Vieja son las indicadas para quienes valoran este exclusivo sistema ancestral en el tratamiento de la hoja. Para los que gustan de un proceso orgánico, Anna Park, Pampa y Tucanguá son las señaladas. Un buen tereré se disfuta de la mano de yerba canchada Tucanguá y para aquellos que gustan de los sabores frutales, Sinceridad perfuma de limón, naranjas y hierbas el aroma de la yerba. Por último, quienes prefieren el mate tradicional encuentran su gusto en Tucanguá, Flor de Jardín, Aguantadora y Sinceridad.

Fuente: Redacción de la sommelier Karla Johan. Colaboración: Lisandro Giampietro.