Lo que el viento no se debe llevar

Cuidar el suelo de los sistemas de producción de regiones áridas y semiáridas es fundamental para favorecer la sostenibilidad de las actividades agropecuarias, es el eje de la discusión que plantea el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

 

Con la firma de los investigadores Juan Ignacio Vanzolini, Andrés Carlos Grand y Miguel Ángel Cantamutto, la Estación Experimental Hilario Ascasubi del Inta dio a conocer un informe en el que alerta -nuevamente- sobre los cuidados necesarios que deben tener los productores agropecuarios en una mirada largoplacista, indispensable para asegurar la sustentabilidad de los ecosistemas de las  regiones áridas y semiáridas.

La imagen de fines de la primera década de este siglo, cuando los alambrados eran tapados por dunas de arena que acarreaba un viento inhóspito, es la muestra acabada de que no se trata de historias futuristas de ciencia ficción. Amplias extensiones del partido de Patagones tienen alto riesgo de erosión.

La responsabilidad de los productores en los procesos económicos y del estado municipal y provincial en su función de control y fiscalización, remite al cuidado del suelo que “no es sólo el sustrato donde realizamos las actividades productivas que sustentan la vida rural, sino que es un sistema activo en el que se realizan innumerables procesos bióticos que brindan condiciones adecuadas para la producción vegetal, tanto para grano como para pasto”.

Sin dudas, en esta zona el agua de lluvia es vital, así como el suelo en su capacidad de reservorio, que puede atenuar la irregularidad característica de las precipitaciones de los ambientes áridos y semiáridos, y proveer de una reserva de humedad para ciertos períodos de sequía.

El señalamiento respecto del uso de labranza no puede ser descartado por ningún productor, sea éste propietario o no de la tierra en la desarrolla su actividad agropecuaria.

 

¡Atención!

Aún permanecen en la memoria las imágenes de los eventos de erosión eólica, ocurridos hace algunos años atrás. Todavía no se han superado las consecuencias de aquella sequía, tanto a nivel productivo como a nivel socioeconómico. Por ello, el Inta Hilario Ascasubi cree en la necesidad de mencionar algunos aspectos a tener en cuenta para reducir el riesgo de erosión.

En el partido de Patagones, las lluvias de los primeros días de febrero fueron estímulo para el inicio de la preparación del suelo y la siembra de verdeos. Sin embargo, las precipitaciones fueron muy heterogéneas y hubo sitios en los que no se registraron milimetrajes importantes. Además, durante el período previo (diciembre de 2016 y enero de 2017) no ocurrieron lluvias y los perfiles se encontraban sin reservas de humedad. Este dato cobra relevancia al momento de preparar el suelo, ya que el agua que se conserva en él y el cuidado que se haga de ella, será clave en el ciclo productivo que comienza.

En estas tareas de preparación, frecuentemente se observa un excesivo refinamiento de los suelos, ausencia de cobertura de rastrojos e inexistencia de reparos forestales que pudieran funcionar como cortinas. Además, otras limitantes como compactaciones subsuperficiales, pueden condicionar la producción vegetal y empobrecer la cobertura del suelo. La coexistencia de dos o más factores, exponen al suelo a la acción del viento, cuyo estrato superficial ha comenzado a “volar” durante las últimas semanas.

Para hacer un uso eficiente de los recursos, sobre todo del agua almacenada en el suelo, el Inta recuerda prestar especial atención a la presencia de capas compactadas en los suelos de uso anual. Las labranzas reiteradas suelen provocar la aparición de pisos de arado que reducen la entrada del agua en el suelo y la exploración de las raíces de los verdeos o cultivos, disminuyendo el aprovechamiento del agua de las lluvias.

También cobra especial importancia el grado de rugosidad que se pueda dejar en superficie, cuando se prepara el suelo para una siembra posterior. Cuanta mayor rugosidad, menor exposición al viento y su efecto erosivo.

Los niveles de cobertura con rastrojos o material vegetal seco, tanto en barbechos como en siembras, también son significativos para evitar la acción del viento. Además, reduce la evaporación en los primeros centímetros de suelo y regula la conservación de la humedad en el perfil.

 

Qué dice el Siat

El Sistema de Información y Alerta Temprana (Siat) del Sudoeste Bonaerense es un organismo técnico especializado que se encarga de recolectar, procesar y analizar datos para comunicar y difundir información relevante para la toma de decisiones de los diversos actores intervinientes en los sistemas productivos de la región.

En su informe marzo-mayo 2017, en el apartado sobre el estado general de las actividades agropecuarias refiere que en algunos sectores de Patagones, donde la severidad del fuego estival había sido alta, se produjo mortandad de especies de arbustos tales como chañar y jarilla. En otros sectores menos afectados, la mayoría de las leñosas y herbáceas presentes antes de la quema se encontraban rebrotando. También se observó nacimiento de especies forrajeras anuales como alfilerillo y trébol de carretilla.

Conforman el Siat el Centro de Recursos Naturales Renovable de la Zona Semiárida (Cerzos), el Inta Hilario Ascasubi, el Inta Bordenave, la Universidad Nacional del Sur y el Servicio Meteorológico Nacional.

Esta iniciativa es apoyada por el Proyecto Aumentando la Resiliencia Climática y Mejorando el Manejo Sostenible de la Tierra en el Sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, ejecutado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, con financiamiento del Fondo de Adaptación de Naciones Unidas, y administrado por el Banco Mundial.