Recuperan el cultivo del maíz criollo en la Patagonia norte

De las cuatro plantas más conocidas y consumidas en el mundo, dos de ellas son aporte del continente americano: la papa y el maíz. Este último se planta, cosecha, selecciona, desgrana, hierve, seca, tuesta, tritura, presiona, consume y guarda.

La Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Comahue y el INTA Alto Valle trabajan en conjunto en la selección, adaptación y divulgación de semillas varietales, lográndose cuatro predios semilleros: Contralmirante Cordero, Picún Leufú, Luis Beltrán y Viedma.

Los talleres experimentales que proponen están integrados por todos los eslabones del circuito productivo: familias campesinas, quienes cuidan, multiplican y producen el maíz, instituciones que acompañan dichas producción, cocineros/as que realizan diversos tratamientos de la materia prima y por quienes eligen ese tipo de alimentos sabiendo la importancia cultural y el poder en cada decisión.

Uno de los materiales seleccionados y trabajados es el maíz colorado Don Amilcar. Variedad conocida como Flint, se sembraba mayoritariamente hasta los últimos años de la década de 1980 en las zonas maiceras de la pampa húmeda, siendo uno de los maíces que Argentina exportaba a Europa, en esos años.

Paulatinamente se fue reemplazando por semillas híbridas provenientes de semilleros de EE.UU., de más altos rendimientos de grano por hectárea, pero de menor valor proteico, desplazando hacia áreas marginales a las variedades del tipo colorado Flint, menos rendidores, económicamente hablando, pero de alto valor proteico.

A medida que se simplifica la dieta, y se deja de elegir diversidad de alimentos, se va disminuyendo la biodiversidad del planeta. Según la FAO, en los últimos cien años el 75% de las plantas comestibles que se cultivaban, se perdió. Esto no sólo significa el avance del mercado en nuestras alacenas, sino la pérdida de la cultura alimentaria: técnicas de producción, semillas criollas, organización familiar y social, recetas, intercambios alrededor del fuego transformador promotor de una urgente soberanía alimentaria.

Fuente: Por Victoria Rodríguez Rey para Diario Río Negro.