Sobre “Tierras y Riego”…

Reproducimos el estudio publicado por el Inta que aborda la historia de la Colonia Juliá y Echarren.

 

Por Karina Daniela Zon

 

“Los dinosaurios, los viejos monstruos, gigantescos, avasalladores, se transformaron en estas canciones aladas, estos pájaros. Pero como los cambios nunca se detienen, es de temer que un país de aves que cantan vuelva a ser un país de dinosaurios” (Ramón Minieri).

 

La frase de Ramón Minieri -que acompaña esta página- sintetiza muy bien lo sucedido en nuestro suelo patagónico, haciendo referencia a esos “gigantes” que se apropiaron de la tierra pública, a través de diferentes mecanismos jurídicos como la donación, venta o recompensa por servicios prestados a la Nación, previa incorporación al dominio fiscal de las superficies de tierras ocupadas por los pueblos originarios, a través de la “campaña al desierto”.

Con el objeto de agregar más tierras y así aumentar la base material de esa Argentina “moderna y poderosa” a base de “progreso y orden”, cuya clase dominante, inspirada en la ideología positivista, propiciaba.

Por eso -y además para asegurar los límites que generaban conflictos con Chile-, debían eliminar el obstáculo que representaban las sociedades indígenas e intercambiarlos por capital de trabajo, provenientes del exterior, particularmente de origen noreuropeo como lo planteaban las máximas “civilizatorias” por entonces vigentes.

En este marco tuvieron su origen las colonias de Río Negro, que luego de la venta especulativa y mediante la incorporación del riego, se subdividieron en pequeñas parcelas; resultando, luego de varias etapas, en “pájaros”: la presencia del “chacarero” como principal actor, el tamaño reducido de la propiedad y fruticultura intensiva como actividad exclusiva, con preponderancia del trabajo familiar. Esa estructura fue la que predominó en la escena durante varios años.

 

Obras de Regadío, comienzos conflictivos

Realizar una obra de esas características no fue tarea fácil. Para contextualizar el momento histórico local en que se empieza a gestar la idea de una colonia agrícola, remontémonos a 1919: el pueblo de Río Colorado venía de superar la inundación de 1915 que ocasionó numerosas pérdidas y tuvo como consecuencia el corrimiento de la Municipalidad (de Buena Parada a Río Colorado, anteriormente pueblo Burnichón). De esa manera, se cerraba una época de peleas por el asentamiento de la Municipalidad, entre los vecinos de Buena Parada, el núcleo de población más antiguo y los autodenominados “Estancieros Unidos” que ocupaban el núcleo más reciente, consecuencia de la Estación de tren del Ferrocarril Sur.

La historia local dice que para las obras de riego, Burnichón se “inspira” en el emprendimiento privado de la Familia Duhau. Aunque Burnichón y Duhau compartían los mismos intereses de clase y esto se puede ver en la formación del partido antes mencionado o en la “admiración” de Burnichón sobre las obras de Duhau, también tuvieron algún enfrentamiento debido a los intereses personales de cada uno.

 

La posesión de la Tierra en Río Colorado

Los datos se enmarcan en el escenario planteado anteriormente, donde la historia local, en sus inicios, no escapa al contexto de especulación de tierras. (…) Existen prácticamente dos apellidos que dominan la propiedad de las tierras que actualmente forman las colonias de regadío en Río Colorado: Los Becher y Los Burnichón.

 

RECUADRO

¿Quiénes eran los Burnichón?

Según un escrito del dr. Otero (1982), se puede leer bajo el título “Periplo de los Burnichón” un poco de la historia de estos dos hermanos que vinieron a ocupar las tierras heredadas de sus padres y que formaron parte de la clase aristocrática de la época, ocuparon cargos públicos, e impulsaron las obras de regadío en la zona.

Jorge Numa (1873-1948) y Eugenio (1869-1935) Burnichón llegan a Río Colorado (Buena Parada para la época) en el año 1896, luego de terminar sus estudios en Europa. Jorge Burnichón será quien presida una sociedad de Irrigación, formada por vecinos (dueños de tierras del lugar), para gestionar la construcción de las obras de regadío.

 

RECUADRO

¿Quiénes eran los Duhau?

La familia Duhau fue la dueña de un emprendimiento llamado “Bodegas y Vinos Lutecia”, reconocido localmente como “El Viñedo”. Este emprendimiento no era nada más ni nada menos que 6.669 hectáreas de campo adquirido en 1909, irrigado mediante un sistema de bombas, ubicado a 20 km. al oeste de la estación Río Colorado, sobre las costas del río del mismo nombre.

Numerosos son los recuerdos y relatos de muchos de los pobladores de Río Colorado sobre “El Viñedo”, muchas personas trabajaron en este lugar y varios de ellos se convirtieron en los chacareros de Río Colorado, cuando luego de varios años de trabajo como empleados, pudieron comprar tierras en la Colonia Juliá y Echarren.

 

Jorge Burnichón es quien impulsa las obras de regadío en la zona, para lo cual forma la Sociedad de Irrigación. El 17 de noviembre de 1919, se aprueban los estatutos y se nombra al primer directorio presidido por Jorge Burnichón, José Pérez como vicepresidente, Camerino Fernández (secretario-director), Joaquín Aznarez (secretario) y José Chillón (Vocal).

Al comparar la lista de los nombres de ese directorio con los propietarios de las tierras a irrigar y la cantidad de hectáreas de cada uno, se observa la diversidad de posiciones que ocupaban los miembros en la sociedad de aquel entonces: pequeños propietarios y grandes terratenientes. Entre los pequeños propietarios, recurriendo a otras fuentes, se puede saber que ocupaban cargos públicos o eran pequeños comerciantes.

A pesar de la diversidad de intereses, confluyeron en uno en común, que por esa época y para este grupo de personas, era la de incrementar el denominado “progreso mediante el riego”.

 

Financiamiento de la obra

En la segunda memoria anual de la Sociedad Anónima de Irrigación (en adelante S.A.) se puede leer que la obra se financia, por un lado con la venta de acciones a los vecinos y por otro con un intercambio de tierras. Este intercambio se realiza con la familia Becher, que poseían 4.000 has. Como esos campos serían beneficiados por el aumento del valor a través de la obra de riego, la S.A. acuerda en firmar un convenio con la familia Becher por el cual entrega 2.175 has. de su propiedad, situadas en la zona de riego del lote 25, como pago por las obras. A su vez la S.A. vende estas tierras a la Sociedad Civil conformada por Lorenzo Juliá y Juan Echarren. Esa Sociedad Civil, de cuyos socios integrantes tomará el nombre la colonia en formación, compra las tierras y se transforma en contratista de la Sociedad de Irrigación, para realizar las obras. De esta manera se inician los trabajos.

En lo que respecta a la parte técnica, los planos fueron elaborados por el Ing. Jorge Duclout, con los cuales, el ing. Juan Echarren dirige la obra, ajustándola al terreno, para lo cual realiza algunos cambios, asesorándose también con otros técnicos, como el ing. Rovere, mientras que, Lorenzo Juliá, aporta su capacidad financiera.

La empresa constructora Juliá y Echarren tardó dos años y algunos meses en realizar la obra, tiempo escaso si se tiene en cuenta que se construyó prácticamente a mano, con palas de buey, ya que según los copiadores de carta de la firma, la máquina excavadora se utilizó muy poco por las características del terreno.

La excavación de los canales comenzó a fines de agosto (probablemente el día 22) del año 1921 y terminóel día 24 de noviembre de 1923. Esta es la fecha en que se hace la entrega oficial de la obra a la Sociedad de Irrigación, sin embargo los trabajos se terminan un poco antes, el 15 de octubre y por problemas causados por lluvias se retrasa la entrega. La entrada de agua se habilita por primera vez en los canales durante el mes de febrero de 1923 -para prueba- hasta el kilómetro 122.

 

Siguen los conflictos

Además de los conflictos de servidumbre con los Duhau y con algún que otro vecino que no creía en la factibilidad de la obra, se observa una evidente negociación epistolar permanente entre Echarren con los ingenieros ingleses por los tramos del canal que cruzaban con las tierras del ferrocarril, donde se manifiesta una actitud de no colaboración por parte de éstos para con la obra.

 

Venta de tierras a los colonos

La empresa Juliá y Echarren, una vez terminadas las obras, fraccionó, niveló y alambró las tierras adquiridas a la familia Becher, que luego fueron vendiendo a través de remate público. El día 23 de diciembre de 1924 se realizó el primero, vendiéndose 700 has. en 12 lotes. Se observa que, a diferencia de otras zonas, como el caso del Alto Valle, los lotes no eran de tamaño uniforme, sino que variaban entre 10 y 80 has.

Ya mencionamos algo sobre la actitud de los ingenieros ingleses para con la obra local. Aquí aparece otra situación donde se manifiesta el interés del Ferrocarril en desarrollar el Alto Valle, en detrimento de ésta área y es la colaboración para las ventas de tierras de la colonia Villa Regina. En una carta del copiador de Juliá y Echarren, con fecha 21 de febrero de 1924, al enterarse que el gerente del ferrocarril, Mr. Eddy, estaba en la búsqueda de tierras para una comitiva italiana, le escriben para ofrecerle tierras para esos colonos en incipiente colonia.

Aunque las tierras ofrecidas por Julia y Echarren costaban $ 600 por ha., los italianos pagaron $ 13.004 por tierras en el Valle del río Negro.

 

La posibilidad de una obra mayor

En la misma época de la construcción de la obra de riego, Jorge Burnichón elaboró en base a estudios particulares, un proyecto denominado “Huelches”, para la construcción de un dique nivelador y generación de energía hidroeléctrica. Éste permitiría solucionar el problema de las “bajantes” y además, colocar más hectáreas bajo riego: 100 mil, aseguraba Burnichón en una nota al diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca en 1923.

Este proyecto fue presentado al gerente del ferrocarril Sud, y aunque los informes de los ingenieros ingleses aprueban uno de los proyectos de Burnichón, desde Londres se resolvió dar preferencia al impulso del Alto Valle del río Negro, que rendiría mayores fletes por mayor recorrido.

 

Consideraciones finales

Como conclusión se pueden mencionar las particularidades que tuvo el proceso de formación de la colonia Juliá y Echarren en el marco de un país gobernado por los intereses de una oligarquía porteña relacionada al capital inglés para beneficio propio.

Dentro de las particularidades tenemos, por un lado, la formación de una Sociedad privada de irrigación constituida por personas con diferentes intereses personales (grandes terratenientes, pequeños propietarios y comerciantes), pero que compartían el común por la obra de riego. Por otro, la competencia del interés de esa sociedad, contra los del Ferrocarril del Sur. En esta lucha de poder y aunque Jorge Burnichón y Lorenzo Juliá poseían para la época un importante capital y contaban con relaciones políticas, en nada se comparaban con la fortuna y el poder de los Duahu y mucho menos a la del poderío inglés, al cual se sometía en última instancia, al Estado Argentino de esa época.

De ahí la ausencia intencional del Estado y la aparición estratégica del ferrocarril ocupándose de las inversiones que a éste le corresponderían, configurando de esta manera una red de poder donde los terratenientes ganaban y los “colonos” perdían.

 

Nota: Karina Daniela Zon integra la Agencia de Extensión Rural Río Colorado del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta).