Familias del oeste pampeano reclaman soluciones

Bajo el lema “Crianceros y crianceras del oeste no podemos esperar más”, se desarrolló una asamblea en la localidad pampeana de Santa Isabel.

Con la convocatoria de la Cooperativa La Comunitaria de Rivadavia de Provisión de Servicios Culturales y Sociales Ltda., más de 100 familias rurales de los departamentos de Puelén, Limay Mahuida, Chalileo, Chical Có, Curacó y Loventué se convocaron para definir el plan de acciones colectivas para el año 2020, y emitieron un documento final.

La producción principal de estos productores es la cría de chivas y venta de cabritos, estimándose en una venta anual de 8 mil cabezas al año. Las dificultades propias del riguroso clima, se ven agravadas por la falta de políticas públicas a nivel provincial.

Por caso, denuncian que “el puma es una problemática que está arruinando a las familias con sus grandes matanzas de chivas. No vemos ninguna acción del gobierno para resolver este tema y nos preocupa mucho”. Con una visión mediambiental sustentable, postulan que no se genere una matanza indiscriminada de pumas sino que el estado provincial “pague al productor por cada chiva muerta”.

En cuanto a la venta de cabritos, “de toda nuestra producción de la región y sobre todo en Santa Isabel, ni un solo hemos podido vender en el frigorífico local propiedad del gobierno provincial desde hace años. Es necesario lograr un acuerdo de precios justos para poder utilizar el frigorífico. Esto beneficiaria a todos y solucionaría muchos problemas de comercialización”.

Asimismo, no han sido incluidos en ninguna acción vinculada al subsidio del principal alimento de sus producciones, que es el maíz. Se plantean mejorar los canales de comercialización tanto de la producción animal como de conservas, quesos y artesanías.

En su comunicación post asamblearia reflejan que “nuestras familias también necesitan acceder a mayores extensiones de tierras para que la cría sustentable de chivas sin molestar a vecinos que se dedican a otro tipo de producción. Nuestras familias originarias con el paso de las generaciones van perdiendo hectáreas y siguen sin ser reconocidas. Necesitamos políticas públicas que nos permitan acceder a tierras ociosas de la región”.

Finalizan el comunicado declarando: “Nos gusta trabajar en el campo, es nuestra vida, no queremos abandonarlo!!”.