Nace la mermelada Caseritos del Colorado

Horticultores y fruticultores buscan alternativas para agregar valor a sus productos y paliar la crisis económica.

La rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en Río Colorado tiene apenas meses de historia. Sin embargo, cerca de 250 productores y productoras ya se sumaron a la organización en busca de alternativas para sortear la crisis económica que golpea a todo el entramado productivo del país. Son trabajadores de la agricultura familiar que se unen con la esperanza de encontrar, a través de un proyecto colectivo, la forma de seguir produciendo de manera sustentable.

Quienes integran el MTE en Río Colorado son campesinos y campesinas sin tierra que se las ingenian para subsistir en un país donde la concentración económica y las medidas asumidas por el gobierno de Mauricio Macri quiere condenarlos a desplazarse a la ciudad.

En ese marco se reúnen semanalmente. Debaten, golpean puertas, buscan asesoramiento, se capacitan. A partir de lo que producen, planean distintos métodos de comercialización y piensan cómo agregarle valor ante el constante aumento de los insumos que están sujetos a precio de dólar, los tarifazos, la caída del consumo en el mercado interno y el aprovechamiento de los dueños de la tierra.

Dicen que es un combo que los condena a trabajar hasta 17 horas diarias para adquirir lo mínimo para mantener a su familia y volver a sembrar en la temporada siguiente. La mayoría de ellos arrenda chacras a través de contratos anuales que se paga con un porcentaje muy importante de la cosecha, en una zona donde predomina la producción de cebolla, zapallo, hortalizas y, fundamentalmente, frutas.

“Caseritos del Colorado”
Esta situación les llevó a definir una serie de proyectos productivos que buscan poner en marcha en menos de dos meses. El más importante es la elaboración de mermeladas artesanales con frutas de la región que piensan colocar en ferias, supermercados y puestos en la ruta, y sueñan con que llegue a las grandes ciudades.

“La producción de mermeladas artesanales con frutas de la zona es un proyecto viable”, se entusiasma Luz Martínez Tolaba. Ella fue una de las fundadoras del MTE en Río Colorado, a partir del vínculo personal que mantiene con otra campesina de la localidad bonaerense de Ascasubi, donde el MTE rural tiene un fuerte arraigo.

Luz cuenta que quienes impulsaron esta propuesta “somos todas mujeres que buscamos tener un trabajo que no sea tan pesado”, agotadas de trabajar de sol a sol en las quintas.

Antonia Díaz Méndez, otra integrante del Movimiento, lamenta que dentro de la organización no haya propietarios de las colonias frutihortícolas de la ciudad. Sin embargo, dice que algunos de los integrantes del MTE trabajan en esos establecimientos y hacen el nexo para adquirir duraznos, damascos, ciruelas, manzanas, cerezas, peras y uvas, con “la idea de hacer mermeladas en la búsqueda de agregarle valor a los productos que realizamos, ya que en la zona tenemos muchísima materia prima”.

Luz tiene 29 años y es mamá de dos hijos. Recuerda que la idea de llevar adelante la iniciativa fue debatida en la comisión que coordina las acciones del MTE en la zona. Tras la aprobación del proyecto “empezamos a averiguar cómo podíamos impulsarlo. Como sabíamos que la Municipalidad de Río Colorado tiene una Sala de Elaboración fuimos a verlos y las autoridades estuvieron de acuerdo en brindarnos el espacio. Ellos ponen las reglas y nos van a cobrar un pequeño costo pero como es la única sala que hay, la vamos a usar”, manifestó.

A partir de ahí empezó la tarea de capacitación de las quince mujeres y un varón que impulsan el proyecto productivo. “Ya hicimos varias prácticas y vamos aprendiendo andando”, reflexiona Antonia, de 37 años y mamá de cuatro niños, quien expone que el emprendimiento se va a llamar “Caseritos del Colorado”.

Luz explica que ahora solo resta que la Municipalidad de Río Colorado concluya los estudios para verificar si el producto cumple con los estándares de factibilidad: “Necesitamos que nos resuelvan esos análisis porque las frutas ya están madurando”.

Antonia señala que “ya hicimos dulces de duraznos” pero adelanta que el primer producto que pondrán a la venta será de manzana, ya que “el tiempo de cosecha es más largo y eso nos permite tener frutas frescas hasta junio inclusive”. En ese sentido, aclara que cada producto tiene que ser habilitado de forma independiente, por eso también se pidió celeridad a las autoridades del distrito.

Además, pidieron colaboración para poder afrontar la compra de frascos, azúcar y otros insumos, para la primera tanda de producción. De todos modos, Antonia reconoce que la mayor parte del trabajo recaerá sobre sus hombros: “Siempre les digo a las compañeras que tenemos que seguir y realizar esfuerzos porque nadie te regala nada ni van a estar todas las puertas abiertas.

En cuanto a la comercialización, Antonia sostiene que “la idea es vender la producción en nuestro pueblo. Ya hablamos con supermercadistas que estarían interesados. También vamos a poner un puesto en la ruta, ya que por el turismo pasa mucha gente que puede buscar productos artesanales de la zona. También vamos a participar de ferias. En el futuro, nos gustaría que se pueda vender en grandes ciudades”.

El trabajo en las chacras y la crisis económica
Arnoldo Jurado se suma a la charla. Recuerda que hace 16 años que trabaja la tierra en Río Colorado. “Todos los años alquilamos el campo. Los contratos son anuales. Alquilamos por el producto. Por ejemplo si sembramos cebolla, pagamos 300 bolsas por hectáreas en cosecha”, indica, poniendo de manifiesto la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los pequeños productores, ya que no pueden arraigarse a un lugar debido a que dependen de la voluntad de los propietarios de la tierra para poder seguir alquilando.

Además de la cebolla, Arnoldo hace horticultura junto al resto de su familia: “Todo lo que es de hoja y toda clase de verdura”.

Los productores de la región venden su mercadería a algunas verdulerías de la zona y parte de la producción pesada es enviada al Mercado Central de Buenos Aires. No obstante, la principal parte de la mercadería se ofrece en una feria. Se trata de la Feria Newen que se realiza todos los sábados en el pueblo. La verdura se cosecha ese mismo día y se ofrece por la tarde.

Sin embargo, la situación se les está haciendo muy cuesta arriba a los productores de la agricultura familiar y aseguran que nunca vivieron una situación económica tan complicada como la que están atravesando ahora. Antonia se lamenta porque este año su familia no tuvo los recursos suficientes para emprender la tarea. “No alcanzamos a alquilar la tierra, los insumos se fueron a las nubes y nos quedamos sin poder sembrar”.

Por su parte, Luz coincide en el diagnóstico y revela una situación que es dramática para todos los campesinos. “Somos productores sin tierra que la alquilamos a un costo alto y a veces la cosecha no llega a cubrirlo”. Y enfatiza que “el que pierde siempre es el que cultiva porque nadie ve el esfuerzo que hacemos cuando trabajamos. Estamos de sol a sol y el que nos alquila solo espera la cosecha para cobrar”. En ese sentido, agrega que “estos años fueron terribles”.

Arnoldo trabaja en una quinta de cuatro hectáreas junto a su compañera de vida y a veces los ayuda alguno de sus dos hijos, ya que no están en condiciones de contratar a nadie. Él apunta directamente contra la administración de Cambiemos por la situación que atraviesan: “Este gobierno nos ha perjudicado mucho porque producimos todo a precio dólar y cada día se va más y más. Nosotros salimos de nuestra casa a las 4 de la mañana y volvemos a las 9 de la noche. Estamos todo el día en el campo porque si ocupamos gente, sumado a los insumos, nos quedamos sin nada. Antes se podía trabajar y descansar un poco pero ahora nada. Todo el día bajo el sol. Si le pagamos a alguien salimos peor. No se puede trabajar así”.

Producción agroecológica
Al ser consultado cuál fue el aporte más importante que recibió de parte de la rama rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos, Arnoldo Jurado no duda: la capacitación en agroecología. Recuerda que participó del encuentro nacional realizado el año pasado en Traslasierra, Córdoba, donde pusieron en común las experiencias en agroecología que viene realizando la organización, además de recibir formación para construir un modelo productivo que supere al actual esquema extractivista y explotador.

En ese sentido, sostuvo que “me interesó muchísimo la posibilidad de reemplazar químicos por productos orgánicos preparados por nosotros mismos y a un costo mucho más bajo” que lo que se consigue en el mercado.

Además, el productor de Río Colorado asegura que “algunas cosas ya empecé a reemplazar por nuestros preparados” y sostiene que “estamos en un proceso de transición”. En ese sentido, manifiesta que la intención es empezar la producción desde cero a través del método agroecológico.

Aunque el MTE es un gremio que nuclea a trabajadores de la economía popular, también desarrolla proyectos sociales. Uno de ellos son los merenderos que la organización extiende por todo el territorio nacional donde está presente.

Martínez Tolaba detalló que en la actualidad participan cerca de 90 chicos de la zona. En ese sentido, manifiesta que a través del Movimiento “tenemos mercadería en todos los pueblos para que los chicos tengan un plato de comida y una taza de leche”.

Por su parte, Díaz Méndez explica que por el momento abren la puerta del merendero una vez por semana y que también desarrollan actividades recreativas para los chicos que se acercan. “Todos vamos sumando cosas porque vamos aprendiendo, ya que no sabíamos lo que era participar de una organización”, finalizó.